“O eres sostenible o se te acaba el negocio”
ENTREVISTA | Claudia Papić - Bióloga | Experta en Sostenibilidad

“O eres sostenible o se te acaba el negocio”

En el mundo de la ciencia pocas voces resuenan con tanta claridad y cercanía como la de Claudia Papić Illanes. Bióloga, ecóloga, mujer de acción, esta experta en sostenibilidad ha dedicado su vida a promover prácticas conscientes y responsables, no solo en su país natal sino en la esfera internacional. Con un enfoque innovador y una pasión desbordante, Claudia ha influido en políticas públicas, liderado proyectos comunitarios y asesorado a empresas para integrar la sostenibilidad en su núcleo operativo. En esta entrevista, exploramos su trayectoria, sus desafíos actuales y las soluciones que vislumbra para un futuro más sostenible.


Por Danilo Phillipi

La sostenibilidad no es una materia que uno pueda aprender como aprendes finanzas. En sostenibilidad se avanza en la medida que avanzas en tu nivel de consciencia. No me estoy poniendo esotérica, te lo juro…”. Claudia me responde con voz cálida, cariñosa, tejiendo cada frase con la prolijidad de una artesana. Sus palabras fluyen con la cadencia de quien ha contado su historia mil veces, pero sin perder nunca la frescura ni la urgencia del mensaje. Prosigue: “Es una toma de consciencia profunda de dónde estoy parado, de la interacción con mi entorno y de los impactos que puedo generar y que puedo recibir: no soy un ser único, no estoy aislado”. Cuando habla de sostenibilidad, de alguna manera Claudia está hablando de sí misma. Quizás por eso sus palabras, a pesar de la distancia que impone la comunicación virtual, se sienten tan honestas, cercanas y reveladoras. Y es que esta mirada, esta toma de consciencia profunda que subraya Claudia, explica en gran parte su historia de vida. “Nadie puede planificar tanto su vida, uno la va construyendo, y la va construyendo en base a decisiones”, afirma esta ecóloga chilena, una de las voces más destacadas de Latinoamérica en materia de sostenibilidad.

Decisiones que impactan, decisiones que cambian vidas –de otros y la propia– y que a lo largo de su extensa carrera Claudia ha tenido que tomar cientos de veces. En una minera, en Inacap, en Price Waterhouse Coopers, en las decenas de proyectos emblemáticos en los que ha estado involucrada, como Pascua Lama, Hidroaysén o en el recordado caso de los cisnes de cuello negro en Valdivia.

“Mi vida la he construido en base a decisiones, como entrar o no a trabajar a una empresa, renunciar o no a una empresa, hacerme o no parte de un proyecto. Cada una de estas decisiones me fueron permitiendo profundizar en mi estado de consciencia, de entender el rol que yo estaba desempeñando, el impacto que mis decisiones y acciones generaban”.

Tal como dicta el modelo de sostenibilidad que creó en 2023, la existencia de Claudia Papić hoy se erige sobre la fidelidad y consecuencia absoluta con su propósito de vida. Un propósito del cual no fue consciente hasta el año 2022 y que descubrió después de haber tenido cáncer. “Me cuestioné qué es lo que quería hacer el resto de mi vida –que yo sentía que se me había dado de “yapa”– y recién ahí pude materializar mi propósito en palabras concretas. Había vivido en mi propósito toda la vida, queriendo contribuir al bienestar de la sociedad y hacer de este un mundo mejor, pero nunca lo había verbalizado. De hecho, me parecía una frase demasiado romántica, pero no hay otra forma en la que yo te pueda decir por qué he tomado las decisiones que he tomado”.

Una de sus últimas decisiones trascendentes la tomó en 2022, cuando dejó la gerencia general del Fondo de Agua Santiago Maipo. Claudia cuenta que 2023 marcó un punto de inflexión en su vida. Fue un año complejo, de mucha reflexión, pero también de incertidumbre. Se comprometió con todo el mundo, y accedió a todo lo que le pidieran. –Claudia, trabaja conmigo en esta consultora. –Sí, sí vamos. –Claudia, tengo un proyecto, ¿te quieres sumar? –Por supuesto, démosle. “Me metí en todo y en nada a la vez, porque siempre estaba con esa sensación de hay algo más que tengo que hacer”. Hasta que, casi como una pulsión incontenible, comenzó a volcar todos sus conocimientos y experiencia en el papel, que se tradujo en PAKAR, un modelo de sostenibilidad consciente en los negocios que, como explica su autora, lo que hace es “organizar herramientas que existen, que son públicas, que todos quienes trabajan en temas de sostenibilidad las conocen, como hacer un análisis de materialidad, diseñar una estrategia de relacionamiento con los stakeholders, cosas como esas, pero yo las consolidé en cinco pasos súper prácticos, explicados de manera sencilla”.

Un modelo práctico y sencillo, cuyo objetivo es que las empresas u organizaciones avancen en su nivel de consciencia. ¿Qué implica esto? “Tomar decisiones con información basada en evidencia –vaya qué falta le hace eso a las organizaciones¬– que conduzca a la organización a no correr riesgos”. No se trata de tomar la decisión “más verde”, o que “nos deje mejor parados frente a la opinión pública”, aclara Claudia. “No, esto tiene que ver con actuar de la forma correcta para que mi negocio no se ponga en riesgo y pueda perdurar en el tiempo. Para que yo efectivamente pueda hacer crecer mi negocio, pero de manera adecuada, sin generarle perjuicios a mi entorno ni a la comunidad”.

“La caricatura del empresario que considera que la sostenibilidad se contrapone con su beneficio económico la he intentado derribar a lo largo de toda mi trayectoria profesional”.

ROMPER LA CARICATURA

Claudia tuvo un mentor, en sus palabras, “el mejor ecólogo que ha existido en la historia, no solo en Chile, sino que a nivel mundial”. El doctor Juan Armesto la ayudó a dar sus primeros pasos hacia un nuevo estado de consciencia, y aquello ocurrió en el sur del planeta, en las profundidades de los bosques de Chiloé, un santuario natural donde el misterio de la vida se manifiesta en todo su esplendor. “Me llevaba al bosque y me ayudaba a entender qué es lo que estaba ocurriendo allí, los efectos del clima en lo que observaba, el impacto de las actividades humanas que se estaban desarrollando en la isla, pero también los efectos que podíamos generar nosotros si investigábamos esto y transferíamos esa información a las comunidades locales. Y empecé a tomar consciencia de que en la medida que entiendes cómo funcionan los ecosistemas y su complejidad, tomas mejores decisiones, mejores decisiones para que eso perdure y por lo tanto te pueda seguir proporcionando los beneficios que te ofrece”.

En 1996, el doctor Armesto junto a un grupo de científicos adquirieron 113 hectáreas de pradera, matorral y bosque lluvioso en la isla, donde fundaron la Estación Biológica Senda Darwin para impulsar el estudio de los ecosistemas de los bosques chilotes. Claudia llegó a ser su directora ejecutiva. “Ahí me metí en una arista social totalmente desconocida para mí, que tenía que ver con el desarrollo de las comunidades, con el impacto en la calidad de vida de las personas, en la educación de los niños, y me fasciné con eso. Y dije, esto hay que llevarlo a los que realmente impactan en el medio ambiente, a los que realmente toman las decisiones complejas, a los que tienen en sus manos muchas veces la capacidad de que un ecosistema pueda perdurar”.

Para comprender el mundo de los negocios y por qué las empresas toman las decisiones que toman, Claudia entró a hacer un MBA. “Quería saber de economía, el razonamiento que hay detrás de un negocio. Fue una experiencia riquísima. Imagínate, una bióloga entre puros gerentes, ingenieros y abogados, donde todo el tiempo yo era la nota disonante de la clase, la que hablaba de externalidades, de temas que ninguno de ellos había visto, y eso finalmente fue súper reconocido por mis compañeros. Fue muy lindo, porque cuando nos graduamos me entregaron el premio “Espíritu MBA UC”, que reconoce al alumno o alumna –con excelencia académica– que sus pares consideran que contribuyó a su formación y que será un aporte para la sociedad. Ahí me di cuenta que incorporar esta mirada distinta a los negocios era apreciado, que las malas decisiones en las organizaciones no se toman por maldad, ni siquiera por enriquecimiento o avaricia, sino porque no saben cómo tomar las buenas decisiones, porque no entienden de estos temas. Y ahí decidí emprender el camino de llevar este conocimiento a este otro mundo y vincular la ciencia con la industria”.

Existe esta idea caricaturizada del empresario depredador, enemigo de la sostenibilidad. ¿Cómo has enfrentado eso?

La caricatura del empresario que considera que la sostenibilidad se contrapone con su beneficio económico la he intentado derribar a lo largo de toda mi trayectoria profesional. En cada lugar en donde he estado he tratado de demostrar que el hacer bien las cosas solo ayuda a que al negocio le vaya mejor, a que no se exponga a riesgos. Hoy día ya no me cuesta tanto explicarlo, la gente lo entiende. Lamentablemente –y digo lamentablemente por todo lo que significó– la pandemia nos ayudó mucho a entender esto, a comprender que las malas decisiones tienen efectos más allá de lo saludable que pueda estar la economía o tu negocio. Hay efectos externos que te pueden vulnerar y tú tienes que estar atento a esos efectos. Para eso tienes que entender de impactos, y eso es lo que yo intento enseñar.

¿Sostenibilidad es mucho más que medio ambiente, no?

Cuando tú quieres implementar una estrategia de negocios que sea sostenible, que se pueda mantener en el tiempo en condiciones a lo menos equivalentes a las actuales, te tienes que preocupar no solo del medio ambiente, te tienes que preocupar también de los aspectos sociales, de los aspectos éticos, de la gobernanza de tu organización, te tienes que preocupar de todo. De hecho, el primer documento de alcance global en el que aparece la palabra sustainability, es el Informe Brundtland (publicado en 1987 para las Naciones Unidas), donde se habla de contribuir a un sustainable development. Obviamente la preocupación por un desarrollo sostenible surge desde una temática ambiental, porque estábamos devastando nuestros recursos naturales y eso iba a provocar que las futuras generaciones no se pudieran desarrollar como lo hemos hecho nosotros hasta ahora. Pero, paradójicamente, en la definición conceptual de sostenibilidad no está ni el medio ambiente ni la sociedad… está el desarrollo. Entonces, cuando en una empresa hablamos de sostenibilidad hablamos de que nuestro negocio pueda seguir existiendo, así de claro, porque si nos cierran el negocio, si quebramos, si nos boicotean o si nos quedamos sin mercado, sencillamente no hay negocio.

“La sostenibilidad implica una toma de consciencia profunda de dónde estoy parado, de la interacción con mi entorno y de los impactos que puedo generar y que puedo recibir”.

¿La sostenibilidad tiene una dimensión política o ideológica?

Si es que con política te refieres a posición política, en mi caso, no. Pero sí me he topado con muchos ejecutivos a los que cuando tú les hablas de sostenibilidad ellos dicen, sostenibilidad igual verde, verde igual izquierda. Así de caricaturesco, pero te juro que me pasa mucho eso. Entonces, lo primero que yo les digo ¿sostenibilidad igual verde?, ¡wrong!, están equivocados, no es así, sostenibilidad no es verde, ni tampoco izquierda.

Personajes como Trump, de alguna manera, alimentan esa caricatura…

Sí, pero más allá de que el tipo sea un imbécil en su forma de relacionarse públicamente, yo estoy segura de que él no desconoce los efectos del cambio climático, no es estúpido. Me encantaría decir que es un estúpido, porque actúa como tal, pero esa es la caricatura que él ha querido crear de sí mismo. Trump tiene plena consciencia de los efectos que el cambio climático puede tener en sus negocios personales, y está tomando decisiones desde ya. Entonces cuando él se burla del cambio climático, yo creo que intenta reforzar una caricatura que le permite posicionarse en un lado del abanico político que le significa tener más electores de su lado, y bueno, ese es su juego.

¿El escepticismo frente al cambio climático es común en el empresariado?

Me toca ver a muchos empresarios decir que aquí no hay nada nuevo, que esto ha ocurrido siempre. Pero basta que accedan a un poco más de información para que se den cuenta de que ¡wow!, en realidad aquí no solo hay un impacto que hemos generado en el planeta, sino que hay un riesgo para mi negocio. La pandemia, como te decía, fue un muy buen ejemplo de esto, se venía hablando hacía muchos años que esto podía ocurrir, y nadie quiso escuchar. Para qué decir el cambio climático, se viene hablando hace 30 años o más y hoy estamos viendo los efectos, que por supuesto también están afectando a las economías.

¿No te agota lidiar con el escepticismo?

A ver, te diría que hay un poco de desazón, porque uno dice, ¡puchacay!, si me hubiesen escuchado antes, pero por otro lado digo, habito este planeta con esta humanidad y al parecer no aprendemos de otra forma. Yo misma soy un ejemplo de que necesitas un chancacazo para tomar decisiones drásticas y reencauzar el rumbo de tu vida. Necesite tener un cáncer para darme cuenta que yo no tenía que ser gerenta general, no tenía que llegar a un directorio, no tenía que nada… yo lo único que tenía que hacer era ser feliz y ser fiel a mi propósito, desde el rol que me tocara. Pero esa fue una decisión que tomé después del chancacazo que significó ver la muerte aquí, frente a frente. Fue un remezón fuerte, pero bueno, los remezones más fuertes son para los más porfiados. ¿Sabes?, la decisión de ser feliz en la vida no es una decisión trivial. Es una decisión súper seria. Tampoco es romántica. Tiene que ver con dónde quiero estar parado, qué es lo que quiero hacer y cómo quiero vivir. Si busco llegar a gerente general o directora de empresa para tener lucas y comprarme la segunda vivienda, la tercera vivienda, el súper auto, si ese es mi propósito, bueno, sigo adelante como un caballo de carrera con anteojeras. Mi pregunta es si con eso voy a llegar a ser feliz. Y siento que esa mirada tenemos que llevarla a las organizaciones: repensar qué es lo que queremos como organización, dónde queremos estar y tomar consciencia de que para lograrlo tengo que hacerme cargo de mí y de mi entorno.

“Las malas decisiones en las organizaciones no se toman por maldad, ni siquiera por enriquecimiento o avaricia, sino porque no saben cómo tomar las buenas decisiones”.

Desde tu experiencia, ¿las empresas que implementan estrategias de sostenibilidad lo hacen solo por el riesgo que implica para sus negocios no hacerlo? ¿O también hay un interés genuino por el impacto que generan en su entorno?

Mira, he tenido la oportunidad de relacionarme con cientos, tal vez miles de empresarios, y yo te diría que no me he encontrado con malas personas. Y aquí hay que separar al empresario de la empresa. El empresario ha ido tomando consciencia, así como todos los seres humanos. Sin embargo, cuando quieres llevar esto al negocio, a la empresa, no sabes cómo, y cuando empiezas a descubrir el cómo, te aterra el cambio, porque cuando vienes haciendo un negocio de una manera no es fácil aceptar que te digan –Vas a tener que cambiar la forma en la que has venido desarrollando tu negocio.–Pucha, pero si nos está yendo tan bien.–Sí, pero, ¿sabes?, si sigues así esto no te va a durar mucho, uno, porque va a cambiar la regulación y ya no te van a permitir trabajar de esta manera; o dos, porque se te van a cerrar los mercados; o tres, no vas a conseguir inversionistas que quieran invertir en tu modelo de negocio; o cuatro, tus clientes te van a funar; o cinco, que es lo más dramático, no vas a tener recursos naturales para desarrollar tu negocio porque se van a agotar, como por ejemplo, el agua. Entonces, es natural que cuando comprenden eso digan –Ya, ok, pero ¿cuánto tiempo tengo para cambiar?, ¿cómo voy a cambiar?… Y de verdad no saben cómo cambiar. Entonces, yo creo que es más un problema de desconocimiento, de miedo al cambio, de la dificultad que significa cambiar una cultura organizacional.

¿Y cómo se sortea un escollo que parece insalvable?

Mi cabeza no cuesta nada que me la hagas cambiar. Si tú me muestras la evidencia científica, entiendo los efectos, pero lo complejo es pasar a la acción. El año pasado, cuando estuvimos en el Agricultural Water Summit, tú pudiste ver que todo el mundo miraba las presentaciones y las reacciones eran como ¡wow!, de verdad que esto está heavy. El problema es cuando sales del Monticello y dices, ¿ya?, ¿y yo qué hago?, si he regado así toda la vida y ahora tengo que implementar tecnología, pero ¡de adónde, si no puedo financiar esto! Entonces, está el conocimiento, está la toma de consciencia, está la decisión, pero falta lo que yo creo es lo más importante, el punto crítico para que podamos avanzar, que es la articulación de esfuerzos. El agricultor no puede hacerse cargo de este problema si el Estado no se hace cargo con sus políticas, si el que le compra no se hace cargo con algún apoyo o beneficio, por ejemplo, un contrato a largo plazo si es que tú cambias tus prácticas de riego. Aquí todos tenemos que ponernos y eso implica esta toma de consciencia, estamos todos parados en un mismo lugar y, por lo tanto, las decisiones tienen que ser articuladas y colaborativas. Lo que yo haga no sirve de mucho si no lo hace también el del lado, y el de más arriba y el de más abajo.

¿Y en ese sentido, Claudia, cómo está Chile?

Chile está en una muy buena posición en materia de información disponible. El conocimiento está, no necesitamos seguir haciendo estudios. Sabemos cuáles son las prácticas que se podrían implementar, y debo decir que también están las lucas para hacerlo. Sin embargo, en Chile tenemos un problema grave, y aquí voy a retomar un tema que tú señalaste hace unos minutos, y es que no tenemos voluntad política. Pero cuando hablo de política no hablo de politiquería. Hablo de voluntad política de articular esfuerzos, de sumar mi esfuerzo al de al lado, y no ser solo yo el que figura con la campaña o con la actividad o con el proyecto equis, sino que estamos juntos, estamos aliados, estamos articulados. Voluntad política para regular cosas que todos sabemos que hay que regular, voluntad política para ser regulados, voluntad política no solo en términos de política pública, sino que de política corporativa también. Nos falta el ponernos todos con lo que nos toca, y creo que ahí el chileno es porfiado, es súper porfiado, porque como siempre nos va mejor que a nuestro contexto regional, estamos esperando a que se nos acabe el agua y ahí veremos cómo nos las arreglamos… total, estamos acostumbrados a sobreponernos a situaciones de catástrofe.

Bueno, pero para eso están los gobiernos, para imponer que las cosas se hagan.

Yo no lo veo así. A ver, si es que no hay una ley, es cierto, la empresa no está obligada a implementar nada. Pero sí debiera estar obligada por el beneficio de su propio negocio. Y ahí es donde yo creo que los directorios y los dueños de las empresas tienen la responsabilidad de capacitarse, de adquirir las competencias necesarias para llegar al nivel de reflexión, de toma de consciencia, entender los efectos que las decisiones mal tomadas o las malas prácticas pueden tener en su negocio, y luego exigir que las buenas prácticas se implementen en la organización, en la medida de lo posible. Yo siento que eso es incluso más potente que una regulación, porque las regulaciones siempre se quedan cortas, siempre. El regulador jamás va a ser tan drástico, porque cuando te digo que el chileno es porfiado, también el regulador es porfiado. Esto es bastante cultural, los seres humanos somos así, nos cuesta entender, y cuando entendemos nos cuesta decidir, y cuando decidimos nos cuesta implementar, porque, en definitiva, nos cuesta cambiar.

Pero hay culturas a las que les cuesta menos.

Hay culturas más veloces, entonces aprenden, toman decisiones y cambian más rápido. Yo no sé si es la regulación lo que va primero. Muchas veces son las empresas las que conducen la regulación, son las empresas las que imponen primero una buena práctica y la regulación después la ordena. De hecho, en Chile las buenas prácticas llegan de afuera, las implementan grandes corporaciones y solo después la autoridad las regula. Y con la regulación, las empresas más chicas se terminan sumando.

¿En el resto de Latinoamérica la situación es similar?

A lo largo de mi trayectoria profesional me ha tocado participar en distintos espacios de discusión en Perú, Colombia, Ecuador, Argentina. Y cada vez que voy a uno de esos países es como, wow, los chilenos sí saben. Están ávidos de aprender de nuestra historia y experiencia. En estos mismos instantes estoy trabajando con gente en Colombia para llevar buenas prácticas hídricas a ese país. Y uno dice, chuta, pero Colombia no tiene nada que ver con Chile, Colombia tiene un superávit de agua y Chile está en situación de sequía. Sí, Colombia tiene mucha agua, pero no disponible para el consumo humano, entonces hay que llevar soluciones de las que hemos diseñado acá en Chile e implementarlas. Colombia es más rápido que nosotros, y es menos porfiado, ¿sabes por qué?, porque no son soberbios, no tienen la soberbia del chileno… eso de que somos los jaguares de América Latina… ¡qué nos van a venir a enseñar a nosotros!, qué me vas a explicar tú de cómo hacer negocios si yo sé hacer negocios y me va bien. En Colombia es, dinos cómo podemos hacerlo mejor, cómo podemos evitarnos estos riesgos, dale, te escuchamos. Y en Perú también, Perú acoge nuestra experiencia, tienen interés, escuchan y aprenden muy rápido. Son culturas riquísimas en reconocer que siempre hay algo que aprender. Con Argentina te diría que es diferente. Ellos son muy de mirarse el ombligo, son una cultura bien particular, las soluciones salen de ellos, para ellos, por ellos y con ellos.

¿Cuál es tu mensaje para la industria agroalimentaria y en particular para los tomadores de decisión del sector?

Me encantaría invitarles a abrirse a dialogar más, porque son tal vez la industria más importante dentro del desarrollo de una sociedad. Son la industria que nos alimenta, que nos mantiene vivos. Hoy existen muchos espacios de diálogo, articulación y decisión donde se podrían hacer parte, y por tanto avanzar más rápido. Yo sé que tienen clarísimo los riesgos a los que están expuestos, sé que quisieran poder abordar esos riesgos… y sé que no existe la capacidad de abordarlos si es que están aislados tratando de rascarse con sus propias uñas.

Perfil

Claudia Papić es bióloga, magíster en Ciencias Biológicas de la Universidad de Chile y MBA de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Directora certificada en el IoD de Londres. Es miembro del Cambridge Business Association y de la Red Chapter Zero Chile. En noviembre de 2023, asumió como vicepresidenta ejecutiva de la Cámara Nacional de Laboratorios Farmacéuticos. Además, es asesora estratégica en sostenibilidad, directora asociada de IDGO Consulting Group, directora de Fundación Huilo-Huilo y de Fundación Senda Darwin, speaker, mentora y profesora universitaria de Sostenibilidad Consciente para las Estrategias de Negocios.

PAKAR, el modelo

En 2023 Claudia Papić consolidó su experiencia en un modelo que, a través de herramientas simples, ayuda a las empresas a identificar sus impactos, evitar los riesgos a los que están expuestas y lograr que su negocio sea sostenible en el tiempo. Lo llamó PAKAR, sigla que refiere a cada una de las etapas que lo configura.

  • Purpose: es el momento en el que la empresa define su propósito y cómo llevará adelante su negocio.
  • Awareness: implica la toma de consciencia, es decir, entender el contexto, cómo la empresa impacta en él y cómo ese contexto la expone al riesgo de no poder seguir operando.
  • Knowledge: a través de un análisis de brecha, la empresa establece las capacidades que debe desarrollar para cumplir su propósito.
  • Action: diseño y ejecución de los planes y acciones necesarios para cubrir las brechas detectadas.
  • Report: rendición de cuentas frente a los stakeholders: qué estoy haciendo, por qué lo estoy haciendo, cómo lo estoy haciendo.